Aprender no tiene edad

Hace mucho tiempo que no escribo, a veces es realmente difícil sacar tiempo para escribir incluso de las cosas que te apasionan. Mi pasión es la educación, me gusta aprender y enseñar, pero lo que más me gusta es disfrutar observando como mis alumnos aprenden a disfrutar aprendiendo independientemente de tener 20 años o de tener 60. 

En mis clases tengo grupos tan heterogéneos que a veces resulta hasta increíble que funcionen. Diferentes edades, titulaciones, experiencias laborales, gustos y formas de ser. La gran mayoría sólo tienen una cosa en común han seleccionado el curso con deseos de poder encontrar un trabajo a su finalización. Comprensible que este factor en los tiempos que corren tiene un gran peso, pero esto no significa que finalmente se consiga aprendizaje y mucho menos deseos por aprender más y más, en el que los alumnos se conviertan en  activos protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Pero esto sucede, si es posible. Me encanta observar como poco a poco, día tras día se empieza a despertar un interés y una pasión por los contenidos que estamos trabajando. Alumnos que incluso finalizado el curso siguen teniendo apetito por aprender. Alumnos que se descubren a sí mismos con capacidades y habilidades hasta entonces dormidas. Alumnos que se proponen nuevas metas en su vida. Alumnos a los que no les importa sus edad para empezar a disfrutar aprendiendo.

Bajo mi experiencia, existen unas pautas importantes y sencillas para lograr despertar este apetito:
  • Es necesario convertir los contenidos en aprendizaje significativo para el alumnado. Éste ha de manipular, manejar y moldear los contenidos, para ello se han de enseñar técnicas y estrategias de aprendizaje, como por ejemplo a  discriminar, seleccionar, analizar, y esquematizar la información. Hoy en día es más importante saber gestionar los conocimientos que retener conocimientos. 
  • Al alumnado se le ha de dar la oportunidad de participar activamente, de proponer temas de conocimiento y a formar parte del diseño y de la planificación del curso. La democracia empieza en las escuelas.
  • Trabajo en equipo a través de una metodología cooperativa, intercambiando los roles y los miembros de los grupos en cada actividad. Es importante que al finalizar el curso todos hayan trabajado con todos.
  • El profesorado debe disfrutar y tener pasión por la materia que imparte. La pasión se contagia.

El aprendizaje no tiene edad, nunca es tarde para descubrir, investigar, analizar, reflexionar, compartir, colaborar y cooperar.

Me siento orgullosa, si porque no decirlo, de poder tener la oportunidad de enseñar y de aprender de mis alumnos a ver con ojos nuevos y lo más importante: nunca es tarde para nada.

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